Emprender es aprender. Aprender a no tener jefe, a superarse uno mismo, a ver las cosas desde muchos ángulos distintos, a afrontar problemas, a entusiasmarse con los éxitos y a crecer todos los días siendo un poco más sabio y quizá menos necio.
El emprendedor aprende de los errores, de otros emprendedores, de los aciertos, de los clientes, de la competencia y está en constante formación, que, en muchos casos, es autodidacta, porque a nadie le enseñan a ser emprendedor en la escuela, instituto o universidad; tienes una idea de negocio y no sabes cómo, te lanzan al ruedo como si lo único que llevarás puesto fuesen unas zapatillas y un mono de color rojo.
El emprendedor aprende de forma más informal que formal, que se deja de lado ante el empuje inicial y el deseo de “sacar al negocio adelante”, encontrar clientes, vender proyectos y hacer que el negocio crezca.
Este aprendizaje tiene un síntoma esencial, la frase “¡Eso no me lo habían contado!” que todos hemos dicho en algún momento al aprender algo, a veces esencial, que no habíamos tenido en cuenta por puro desconocimiento.
Ese es otro aprendizaje formal, que dejamos “para más adelante” o para “cuando hay tiempo” es muy importante, ya que de él puede depender la supervivencia del emprendedor y su negocio.
Este aprendizaje debe ser del “Ser” y del “hacer”. El “Ser” se va conformando todos los días, en los cambios de mentalidad, el pasar de ser empleado a jefe o a no tenerlo, a ver las cosas de otra manera que nos hace ser personas distintas.
El hacer debe basarse, según mi experiencia, en dos cuestiones básicas de todo negocio como son, las ventas (entendidas en sentido amplio) y las finanzas y correcta gestión de los flujos de efectivo del negocio del emprendedor.
Para poder alcanzar los conocimientos necesarios en estas áreas el emprendedor debe ser un “aprendedor” para toda la vida, y tener siempre en su cabeza eso de “vacía tu bolsillo en tu mente y tu mente llenará tu bolsillo”.
La asistencia a seminarios, cursos, lectura de libros, y todo aprendizaje y formación adicional que el emprendedor ponga a su propia disposición aumentarán su tasa de éxito, y si bien a veces no hace falta invertir dinero, si que debemos invertir tiempo, al menos, en formarnos y prepararnos para la tarea de aprender algo de todo y de todos.
Para ello contamos con múltiples asociaciones, planes de formación estatales y europeos, solo hay que buscar aquello que se necesita, habiendo identificado que se necesita y ponernos a la tarea, el resto dependerá solo de nosotros.
Emprender es aprender.

David Rodríguez
Gestión Empresarial Humana
www.gestionempresarialhumana.com